Francisco Erazo
Médico y Coordinador Local del Programa de Primera Infancia
Francisco llegó a FUSAL en 2003, y desde entonces su trabajo ha sido de impacto para la vida de muchas comunidades en que ha trabajado, como también en su crecimiento personal y profesional. «A FUSAL siempre le he considerado como una gran “escuela de vida”, forjando liderazgo, principios y valores que me han permitido cumplir retos y desafíos importantes en el día a día», menciona. Su trabajo en FUSAL le brinda la oportunidad de ponerse al servicio de otros, compartiendo sus conocimientos para llevar a familias y comunidades del área rural del país salud, nutrición y educación.
Como médico, su trabajo en las comunidades del área rural ha significado un cambio en su visión de las necesidades que otros tienen, pues asegura que el llegar a vivir cerca de las comunidades y pasar una semana completa en el campo no es lo mismo que pasar unas horas en una clínica, y esa dinámica de trabajo le ayudó a comprender otras realidades en el país, y agradecer y compartir lo poco o mucho que tenemos.
«Cuando escuché la frase “Visión, gente y pasión” supe que estaba en el camino y lugar correcto. Me conecta trabajar en una Fundación que comparte mi misma visión por sacar adelante El Salvador, de trabajar donde hay más necesidad; una Fundación que pone en el centro de su intervención a su gente, y que contagia la pasión y amor por lo que hace, eso me hace sentir orgulloso de pertenecer a FUSAL», dice Francisco.
Y ese impacto que su labor dentro de los programas de FUSAL lo ha llevado a vivir múltiples experiencias con las comunidades, de las cuales siempre recuerda una en particular: acababa de ingresar un 2 de enero a FUSAL, con su servicio social como médico. Por su trabajo, tenía que vivir de lunes a viernes en las islas de la Bahía de Jiquilisco, a la cual sólo podía llegar a través de lancha, y no había ni señal de teléfono ni acceso a internet. «Los servicios de salud, en ese entonces, sólo los proporcionaba FUSAL», comenta sobre su labor en las islas. Una tarde, a eso de las 6:00 pm, finalizaba sus labores con sus compañeros en una brigada médico en la isla La Pirraya, cuando llegaron a avisar que una mujer estaba por dar a luz y que si Fran podía asistirla, pues no había tiempo de trasladarla en lancha. Fran asistió a la madre en un parto complicado, pues el recién nacido traía doble circular de cordón en el cuello.
«Siempre pienso que si no hubiéramos estado en ese momento él bebé pudo haber tenido complicaciones. A los días la madre me contó que había llamado al niño “Francisco” como agradecimiento por el parto complicado de ese día», cuenta Francisco, «trabajar en FUSAL significa amar lo que uno hace, conocer e impactar otras vidas».