Con una gran sonrisa en su pequeño rostro y los ojos bien abiertos, la pequeña Nereyda mira a su alrededor tratando de identificar quién está a su lado. Entre el sonido de las gallinas y las hojas aplastadas por el viento, el olor de las tortillas y los acogedores brazos de mamá, la bebé crece en una pequeña comunidad del occidente del país.
Nereyda tiene 6 meses y vive en Guaymango, departamento de Ahuachapán, junto a su madre, Rosa, su padre y sus tres hermanos. La familia Girón es más grande: Rosa tiene siete hijos, los tres mayores ya viven solos fuera de casa y solo los cuatro más pequeños viven con ellos..
Su vida está llena de dificultades. Rosa comenta que desde hace 25 años viven en la misma comunidad, y, con mucho esfuerzo, su esposo se ha dedicado al cultivo de maíz y frijol para sostener a la familia. «Todos nuestros familiares trabajan en la agricultura también, sembrando en sus pedazos de tierra en sus casas», menciona. Como agricultor, el esposo de Rosa prepara la tierra, siembra, riega y cultiva en pequeños terrenos de tierra. Al recoger la cosecha una parte se destina para la alimentación de la familia y el excedente lo venden en el pueblo para comprar otros alimentos e insumos, como ropa, zapatos y medicinas.
Rosa es una madre cariñosa en casa. Todos los días, se levanta muy temprano para preparar el desayuno de sus tres hijos mayores y su esposo, luego realiza tareas del hogar y cuida a Nereyda mientras sus hijos mayores están en la escuela.
«Una promotora de salud se acercó a mi casa mientras estaba embarazada de mi hija, de ahora 11 años, para invitarme a ser parte de las actividades que FUSAL realizaba en un Nutripunto de mi comunidad. Desde la primera vez que fui me aconsejaron sobre cómo llevar una alimentación saludable con los insumos que encuentro en mi comunidad, me brindaron atención prenatal y chequeos nutricionales y de salud para mí y mis hijos», dice.
Hace once años, el deseo de esta madre de dar a sus hijos lo mejor fue su mayor motivación para unirse al Programa de Primera Infancia de FUSAL, durante su cuarto embarazo.
Desde entonces, sus últimos cuatro hijos han sido parte del Programa de Primera Infancia. Ha participado en círculos de estimulación temprana, consejería nutricional y controles de peso y talla para los niños. El compromiso de la familia Girón es tan grande que ofrecieron su casa a FUSAL como punto de atención para realizar actividades cada mes.
Vivir de la agricultura es un desafío. Si la cosecha se pierde -ya sea por el clima o plagas-, la familia se queda sin alimentos para consumir y sin el ingreso extra que les produce la venta de maíz. Y esto fue lo que pasó mientras Rosa estaba embarazada de Nereyda en 2019. Los cultivos de la familia sufrieron graves daños a causa de la sequía, lo que dejó a la familia sin alimentos para el consumo y sin producción para vender.. Rosa comentó su situación al equipo del Programa de Primera Infancia de FUSAL, pues estaba preocupada por la nutrición de sus hijos y el bebé que llevaba en su vientre.
Como parte de las donaciones que realiza Feed My Starving Children, a través del Programa de Ayuda Humanitaria de FUSAL, la familia recibió donativos de arroz fortificado MannaPack Rice para el consumo de los niños y de Rosa en su estado de embarazo. Los nutricionistas del Programa de Primera Infancia de FUSAL dieron consejería a Rosa sobre las distintas formas en que podía preparar el arroz en diferentes recetas para aprovechar al máximo sus beneficios nutricionales.
«Estábamos especialmente preocupados por Rosa, que estaba embarazada y tenía que cuidar a su bebé. Prácticamente solo comió las comidas de Feed My Starving Children durante su embarazo, porque la familia no tenía medios para comprar comida», menciona Mario González, nutricionista del Programa de Primera Infancia.